Cuando un persona se entrega a Cristo, nace de nuevo y es ahí donde
comienza una obra poderosa en su vida. Ahí por la fe se transforma en hijo de
Dios, es redimido y justificado por la sangre pero es necesario que la palabra
comience a hacer la obra por medio del Espíritu Santo de transformación y
perfección.
Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de
malicia, recibid con mansedumbre la
palabra implantada, la cual puede salvar
vuestras almas. Santiago 1:21
La Palabra de Dios tiene el poder de guiarnos a la salvación, alguien
que diga creer de boca, pero no vive la palabra no puede recibir la bendición
en su vida, porque uno no cree en un ente espiritual, sino que cree en un Dios
todopoderoso, que no es un improvisado, sino que es la fuente de toda sabiduría
y lo demuestra por medio de su palabra. Caminar en ella es la evidencia, y por
ese medio es que daremos los frutos de esa fe que decimos tener.
Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el
hacer, por su buena voluntad. Filipenses 2:12-13
No os conforméis a
este siglo, sino transformaos por medio
de la renovación de vuestro entendimiento,
para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Romanos
12:2
La verdadera transformación de la
mente viene por introducir la palabra en ella, que los pensamientos queden
abrazados por la fe, no se puede ocupar uno de la transformación y la salvación
con meditación trascendental o filosofías humanas, sino revisando lo que Dios
dice y ser obediente a esto.
Necesitamos el mensaje de Dios en
nuestra vida, es el combustible para renovar la mente y la transformación de la
conducta humana y perversa, llena de errores y iniquidad en una vida llena de
fe y santificación. El Espíritu Santo necesita la base que da la palabra para
guiarnos y enseñarnos.
La palabra tiene el poder para
cambiarnos, tenemos que apreciarla, atesorarla, meditar en ella y abrir los
oídos espirituales para que el Espíritu Santo no revele el texto y más allá de
él, la esencia del mismo Padre en nuestro corazón.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi
palabra, seréis verdaderamente mis
discípulos;
32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan 8: 31-32
La palabra expone todo el engaño,
esclavitud y la maldad, nos propone una verdad que trae libertad. Rompe toda
esclavitud de alma y cadenas del pasado, los sentimientos de culpa, el auto
rechazo, la vergüenza y puede destronar todo lo que se quiso levantar como
gobierno que no es Dios.
Lo que Dios dice quiere revelarse no para
matarnos, sino para darnos vida, ni maltratarnos sino para sanarnos, y es un
fin para transformarnos. Su intención es que seamos cambiados y perfeccionados
para vivir bendecidos y transferir a nuestras generaciones su victoria, gloria
y poder.
El sembrador es el que siembra la palabra. Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus
corazones.
Marcos 14:14-15
El enemigo odia la palabra de Dios,
porque sabe una semilla de ella puede llevar
a la transformación a toda una casa. Una casa conectada con la vida y la
esencia de lo que Dios dice puede plantarse para permanecer aún en los peores
momentos.
Pastor Ariel Monzón
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