Muchas veces aún queriendo hacer el bien
por los demás, caemos en situaciones difíciles donde te ganas enemigos. Voy
aprendiendo algunas lecciones de la vida y del liderazgo que no puedo
desperdiciar, las debo compartir.
Un líder es un transformador, es alguien
decidido a ponerle la cara a la adversidad, a mantenerse en la verdad y mostrar
un camino para otros.
Me doy cuenta que muchos quieren que la
gente los ame, no quieren problemas, no quieren críticas. Son los que no
quieren lidiar con momentos complicados que les genera el estar enfrentado con
alguien. Por este motivo escribí tres sencillos pasos para que todo el mundo
los ame:
1.
Nunca contradigas a nadie.
Una buena forma de caerle bien a la gente
es no contradiciendo lo que ellos dicen, aunque esté mintiendo. Un mentiroso
tiene un negocio detrás de la farsa, para que negar algo que te puede provocar
problemas, mejor hay que dejarlos pasar.
2.
Nunca intentes cambiar a un terco.
Hay personas que ni siquiera toleran que
les cambien los muebles de lugar, imagínate si intentas cambiar algo que tiene
que ver con su persona. Es perjudicial para la salud intentar ser un transformador
de algo.
Por más que a algunos le va mal, no
quieren reconocer que tienen que cambiar. Por tu bien no intentes ser el que
quiere cambiarlos, no te los ganes como enemigos.
Dicen por ahí que ya no estamos en
tiempos de cambios, sino de sostenerse a cualquier precio. No muevas nada de
lugar, no intentes cambiar a alguien testarudo, ni siquiera hagas cambios en tu
vida y no inquietarás a nadie y a todos les caerás bien.
3.
No seas de los que tienen principios y valores.
No tengas muchos principios
inquebrantables, y que tus valores no sean tan firmes, eso puede traerte
problemas. Tenerlos puede provocar que en algún momento tengas que apartarte de
gente, ponerte en la vereda opuesta por la que caminan esas personas que si los
contradices mañana se pueden volver tus enemigos, y quizás te odien por tener
valores. ¿para qué? Ya terminó el tiempo de los idealistas y los
revolucionarios, ahora es el tiempo de la obsecuencia.
¿Cual
es mi manera de pensar?
Veo en la Biblia lo que Jesús nos enseñó
con palabra y con su vida. El nunca quiso y no intentó quedar bien con todos,
aunque si su mensaje era para todos.
Jesús declaró: No penséis que he venido
para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. (Mateo
10.34).
El no se refería a violencia física, sino
a división de pensamiento y valores. Hoy el evangelio necesita personas con los
principios firmes y que tengan carácter.
No importa cual sea tu temperamento, lo
que importa es que lo que creas lo mantengas aún en las adversidades.
Ser del Reino implica que tengas que
confrontarte a personas que tal vez en un tiempo te amaron pero hoy, por lo que
crees, ya dejarán de hacerlo.
¿Qué hacemos nosotros? Si, amamos a las
personas, los apreciamos y aunque algunos se transformen en nuestros enemigos,
cumplimos la palabra. De ninguna manera es sencillo, pero es necesario. No por
nosotros, sino por el evangelio que Jesús predicó y hoy tiene que seguir teniendo
voz por medio de nosotros.
Ariel y Lorena Monzón
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